sábado, 15 de octubre de 2011

Te haces grande.

Cada día que pasa, cada mes, cada año vas creciendo como persona. Vas añadiendo alegrías, penas, momentos inolvidables, circunstancias que te marcan, experiencias.
Con el tiempo te das cuenta que nada es lo que aparenta. Que hay personas en las cuales tu depositas toda tu confianza y tu cariño. Te utilizan y después te hieren con esa extraña indiferencia que no entiendes. Las tratas como a una absoluta prioridad y ellas te tratan como a una tonta opción. Gracias a esas personas aprendes y te haces más fuerte, pero a la vez inconscientemente crece esa desconfianza general.
El tiempo también te enseña a valorar lo que tienes de verdad, a esas personas que siempre permanecen a tu lado pase lo que pase, que están siempre en el preciso momento que las necesitas, que tan solo con una mirada ya te comprenden, que no te imaginas tu vida sin ellas.
Te encuentras con buenas y malas personas. Con momentos fáciles y difíciles. Con decisiones complicadas. Todo eso hay que saber afrontarlo y vivir lo lo mejor que puedas. Sin arrepentirte de lo que un día te hizo feliz. El tiempo se encarga de suavizar cualquier dolor y de que olvides pero muy lentamente. También pone a cada uno en su lugar y hace que sepas vivir cualquier situación y a la vez madures.

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